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Por José Cubillos

 

De acuerdo con cifras del Diario La República el mercado de las motocicletas creció por encima del 36% en los 5 primeros meses del 2022. Con alrededor de 356.952 unidades vendidas se superan los reportes del año 2021. Llama la atención cuáles son los municipios que más motocicletas venden en Colombia, no son las principales ciudades, por el contrario, son municipios intermedios, varios de borde urbano metropolitano con ciudades capitales.

 

     Según La República “los municipios en donde los colombianos compran más motos en Colombia por encima de cualquier otra zona o ciudad principal son Funza, Cundinamarca; Sabaneta, Antioquia; y Soacha, Cundinamarca”. ¿Cuáles pueden ser las razones que motivan este dinamismo en el mercado de motocicletas?, ¿por qué crece el parque automotor de motos aceleradamente en dichos municipios?, ¿qué medidas implementan gobiernos urbanos para ante este reto en materia de movilidad y seguridad vial?

Cambios en la movilidad metropolitana

Motos Funza.PNG

Fuente: La República - Grafico Municipios con más venta de motos en Colombia

 

     Con el arribo de la Pandemia del Covid-19 al país, los hábitos de desplazamiento cambiaron rápidamente, el desincentivo y temor por usar transporte público incidió en conductas empleadas para circular en lo urbano. Unido a ello, el aumento de servicios de domicilios para evitar salir en los días más rígidos de los confinamientos impulsó un sector laboral con varios frentes. Ahora bien, en tiempos de reactivación económica, sumado a los factores anteriores cobra relevancia el rol del transporte público intermunicipal/metropolitano en el estímulo al uso de la motocicleta, no solo por variables como la congestión vial y la empleabilidad, sino además por costos que representan para la clase trabajadora.

 

     La motocicleta hoy es un medio de transporte que va más allá de la movilidad, la motocicleta es un vehículo que sirve para el trabajo, en ese sentido desde la empleabilidad formal: las compañías, los trabajadores,  en conjunto con instancias administrativas deberían trabajar articuladamente en la creación de Planes estratégicos de seguridad vial, con técnicas adecuadas de conducción, disposición del vehículo y uso de complementos requeridos para hacer maniobras seguras (por ejem, en aquellas compañías que realizan trabajo de mensajería, por mencionar un caso).

     Por otro lado, para quienes se encuentran en el autoempleo o el rebusque en la motocicleta, la respuesta local puede ser la implementación seria del programa motodestrezas liderado por la Agencia Nacional de Infraestructura Vial, con el cual atiende al sector con la enseñanza de técnicas para mejorar la conducción (frenado, aceleración, desaceleración). Sin embargo, desde las administraciones municipales y departamentales aún no se identifica la dimensión de esta realidad.

     Retomando el punto de partida de esta columna de opinión, dado que en entornos metropolitanos son deficientes las redes o flotas de transporte público para hacer frente al incremento demográfico y las relaciones de interdependencia de núcleos urbanos intermedios en aglomeraciones urbanas, la solución que más gana terreno es el uso de la motocicleta.

 

     Hace unos días en redes sociales el usuario @elmotoniko destacaba un trancón de motos en el peaje de La Tebaida en la Vía Funza-Siberia. Esta acción que parecía una novedad y extrañeza para el usuario de la red social, es reflejo de lo que está ocurriendo con el parque automotor de motos en la Sabana de Bogotá y en particular en Funza, municipio que lidera la venta motos en Colombia con un repunte de 175,8% en ventas de enero a mayo, correspondiente a un total de e 26.431 unidades.

    Varias razones pueden explicar el por qué Funza y Soacha se posicionan como los municipios con mayor comercialización de motos. El aumento demográfico, la dependencia laboral y educativa con otros municipios y el Distrito, y un sistema de transporte público que desde hace varios años en sus horas pico funciona con capacidad completa y al cual se trata de responder con medidas de corto plazo e insuficientes, como es el caso de Transmilenio en el municipio de Soacha y como será Regiotram de Occidente. Ligado a tarifas de transporte que representan impacto directo en las finanzas de las familias.

 

     Por ejemplo, si una persona se desplaza 5 días a la semana desde Funza, con una tarifa de $4.200, solo en la flota un día le representa $8.400, más $2.650 de un pasaje de Transmilenio, en ida y vuelta el total es de $5.300. Es decir, diariamente una persona emplea $13.700 para desplazarse entre Funza y Bogotá, si ese valor se multiplica por 5 días se obtiene $68.500 invertidos en transporte, semanalmente, que en un mes equivale a $274.000, casi la suma en la que se encuentra la cuota mensual de una motocicleta. Adicionando que los tiempos de desplazamiento según la Encuesta de Movilidad del Distrito en 2019, en municipios como Funza, Mosquera y Madrid rondan sobre los 90 minutos, los cuales se pueden reducir por el desplazamiento en moto.

 

     A pesar de que no se cuentan con cifras de accidentabilidad en la sabana, con base en el incremento de siniestros viales en Bogotá, donde están involucrados motociclistas, se conoce que las mayores víctimas de accidentes son personas menores de 30 años, y sus accidentes están ocurriendo ampliamente los fines de semana, entre la noche del viernes y la madrugada de los sábados. Sin embargo, como es notable en la sabana los accidentes son el pan de cada día en los corredores que conectan con Bogotá, Calle 13 y Calle 80.

     En los últimos meses hemos visto como desde la Gobernación de Cundinamarca se anuncian inversiones en infraestructura vial, en lo que corresponde a la Sabana, las mejoras y adecuaciones viales en nada atienden esta realidad de los motociclistas, no existe directriz que atienda el Conpes de Movilidad Urbana y Regional, ni la búsqueda por promover pilotos como corredores exclusivos para motociclistas, tales como motovías, carriles de solo-moto o incluso la motocicleta compartida, ni siquiera hay revisión a la velocidades seguras en los corredores viales o apuestas por redistribuir espacios en las vías teniendo presente los diversos actores viales y sus niveles de vulnerabilidad en la vía.  A las administraciones poco o nada les interesa atender de fondo esta realidad que, de seguir así, en poco tiempo representará cifras de siniestralidad en las vías departamentales y locales de los municipios.

3 de julio de 2022

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