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Por Harold S.

 

Hace un par de meses veíamos con extrañeza una vaina que era rarísima a su manera: la administración municipal estaba recolectando firmas de los funzanos y funzanas para apoyar un derecho de petición que estaba por ser enviado a la Alcaldía Mayor de Bogotá en busca de soluciones para el problemón de la calle 13 (la solución que pedían era ponerle un pico y placa al transporte de carga). Tres doritos después, el presidente saliente, Iván Duque ­–­–acompañado del gobernador, Nicolás García, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, y los alcaldes de Funza, Mosquera, Facatativá y Madrid­­—, anunció que se asignarían 5 billones de pesos para ampliar el corredor de la calle 13 como una obra de la Región Metropolitana.

No dan puntada sin dedal

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         La gobernación y la alcaldía de Funza no dieron puntada sin dedal: en un primer momento estaban acompañando unas manifestaciones hacia la calle 13, en las cuales estaba, especialmente, el secretario de movilidad del departamento, Jorge Godoy. Después de eso, el alcalde de Funza hizo lo suyo con la pantomima del derecho de petición. Y finalmente, con el anuncio de Iván Duque, prácticamente se condicionaron los recursos para la ampliación del corredor a la calle 13 al ingreso de los municipios en la figura de la Región Metropolitana Bogotá-Cundinamarca. De esa manera, como de muchas otras que han venido y vendrán, han estado obligando a los municipios para que accedan a esta muy problemática figura supramunicipal. Al respecto, si no conocen la figura o si no conocen sus graves dificultades, les recomiendo este conversatorio hecho hace pocos días por Enfoque Público con concejales de la región.

     Sin embargo, esa solución de ampliación vial propuesta, que fue la única que encontraron, no tiene en cuenta otro tipo de problemáticas que afectan a los municipios de la sabana y que se manifiestan en los terribles trancones. Básicamente la ampliación de la calle 13, de llegarse a hacer, convertirá el habitual trancón en un SUPERTRANCÓN de cinco carriles, al mejor estilo de las ciudades que le apostaron a la ampliación de vías antes que al abordaje de las distintas aristas de los problemas de movilidad.

     Valga recordar estos hechos para tratar aquí otra puntada que no se da sin dedal: en este caso, la de los concejales de Funza, en cabeza del concejal John Baquero. Voy a resumir lo que ya se sabe: en la sesión del Concejo del 22 de julio se le dio la palabra al concejal para que, conduciéndose de forma performática (quitándose la chaqueta y poniéndose una camiseta con el numeral #EstamosMamados), convocara a un plantón realizado el lunes 25 de julio, a las 6 a.m., en el peaje la Tebaida, de la concesión DEVISAB. La finalidad es que la concesión le ponga atención a sus querellas y deje de “hacerle daño al municipio”, según él.

     ¿Qué es lo que quiere un Concejo tan poco popular y tan poco conocido como este? ¿Qué es lo que quiere John Baquero, el enarbolado pupilo de César Gaviria? El concejal y sus compañeros de lucha publicitaria no dan puntada sin dedal y saben que están a un año de elecciones locales y regionales. La poca popularidad que poseen ahora no les ayuda siquiera a mantenerse en los puestos que están, mucho menos a avanzar a uno mayor como la alcaldía municipal. Entonces tienen que hacer esto, tocando un punto neurálgico del entorno urbano en el que vivimos y con el cual está inconforme la gente: el peaje de la Tebaida. ¿Sabrá el concejal y sus compañeros que tratar a la gente como tonta es mucho más ofensivo que sacar a relucir sin ambages hacia dónde avanzan sus puntadas?

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     Bueno, digamos que no es así. Digamos que los concejales tienen buenas intenciones, como siempre las tienen en sus maravillosos debates de control político, dignos de ser recordados por su rigurosidad y fortaleza investigativa y argumentativa. Lo mejor, entonces, será presentarles unos puntos para que reflexionen en su “lucha”: primero, en los temas de la ciudad no solo un actor es el responsable de construir su forma. Por el contrario, siempre hay un entrecruce de actores y variables presentes. Para el caso de la vía de la concesión DEVISAB, el hecho de que hayan tantos accidentes no es solo culpa de la concesión (su papel es prominente, pero no total, como sugieren el concejal y sus compañeros). Los gobiernos también inciden en la vía mediante políticas, permisos y otras acciones u omisiones. Por ejemplo, regular el límite de velocidad en la vía es competencia de la gobernación al ser una vía departamental. Eso tendría un alto impacto en la alta tasa de accidentalidad que desde hace muchos años, y no solo ahora, se viene presentando en la vía.

     Segundo, se le olvida al concejal que en el incentivo que hay para el uso del carro particular tienen mucho que ver los gobiernos: han promovido una oferta inmobiliaria que responde a unas demandas no resueltas en Bogotá, a la par de unas ofertas laborales que han convertido a los municipios en núcleos de parques industriales que promueven un alto flujo de transporte de carga pesada. Tampoco tiene en cuenta las omisiones de los gobiernos departamental y municipal para que existan los pasos peatonales (puentes o semáforos) en las zonas de mayor cruce de la vía, que son muchas, cosa que le reclama solamente a la concesión. Si los gobiernos saben que la concesión al día de hoy, después de 26 años, no se atreve a hacer puentes o a hacer pasos peatonales distintos, han debido tomar acciones llevando gestores de movilidad que trabajen articuladamente con la policía de tránsito, según sea la competencia, y así suplir el vacío que hay en movilidad peatonal a la par que posicionan muy claramente ante la concesión la necesidad que hay.

     ¿Por qué permiten, como encargados del control político, que los gobiernos se laven así las manos y eludan sus responsabilidades culpando sólo a la concesión?

     Si los concejales, con justa razón, hoy se quejan del larguísimo contrato establecido con un mismo operador, que ya va por más de dos décadas, ¿por qué no se preocupan también por los contratos que hoy firman en una modalidad similar, como pasa con el Regiotram, que tendrá 30 años con un mismo operador con competencia en las tarifas? ¿Por qué los concejales han dormitado tanto con una cuestión de vieja data como esta y ahora sí, de repente, se “despiertan” para decir que están “mamados”? ¿De qué están mamados? ¿De no conseguir apoyo popular que los acompañe a las próximas elecciones? Pues con su desconocimiento severo de los problemas del municipio y de la región, así como su oportunismo barato, van a seguir alejando a los pocos que, hoy por hoy, les miran en lontananza gracias al show. Solo hacen lo mismo que todos los políticos: no dar puntada sin dedal. Pero ya no tienen puntada que dar.

 

 

27 de julio de 2022

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