La Colombia de los noventas es diferente a la de hoy
- Harold S.
- 10 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 12 jun
Dice Humberto de la Calle en Noticias Caracol que lo que diferencia a los noventas de nuestro tiempo es que lo de antes era un “fenómeno delincuencial”, pero que lo que hoy pasa “es política”, tiene “un propósito político”. Lo dice un político profesional, de esos que tienen experiencia, de los que encarnan el establecimiento: fue ministro del interior de Gaviria y de Pastrana, embajador donde le vino en gana, vicepresidente de Samper, asesor jurídico de Uribe y jefe de la mesa de negociaciones de Santos.

La verdad es que no veo ninguna diferencia en treinta años. O tal vez sí: que el país creció en veinte millones de habitantes, que pasamos de treinta a cincuenta, pero en todo sigue igual. Siguen los mismos apellidos en la política, que es la política del exsenador de la Calle: los Lleras, los Valencia, los Santos, los Turbay, los Galán, los Gómez, etc. Siguen los mismos problemas pero con mayores números: la misma desigualdad económica y social pero con más millones de personas padeciéndola. Y los atentados y los asesinatos siguen teniendo los mismos objetivos: políticos. Incluso el fenómeno delincuencial al que se refiere el exsenador es político: es producto de la apuesta decidida de país que ha hecho la clase política y económica que lo gobierna. Lo fue en los ochentas y los noventas y lo sigue siendo ahora, sin nada nuevo bajo el sol.

Lamento y repudio el atentado que sufrió el senador Miguel Uribe Turbay, pero aquí hay que partir aguas: el único país en el que no existía una ola de violencia criminal con propósitos políticos, el único país en el que eso no pasaba desde los noventas es el país de las fábulas. O sea, el país de quienes viven de Chapinero a Rosales, a quienes les parece que los asesinatos en Córdoba, el Cauca, el Catatumbo o el Huila son tan lejos que no son en Colombia, y que van de paseo al centro histórico de Cartagena a encontrarse con ellos mismos cuando no pueden viajar fuera del país. ¿Qué son entonces los asesinatos de los setenta y seis líderes sociales en lo que va de este año? ¿Qué es entonces el asesinato de Lina María Puentes Vega en Baraya, Huila, mientras estaba vinculada a la red de búsqueda de personas dadas por desaparecidas en el marco del conflicto en ese departamento, buscando, además, a sus dos hermanos desaparecidos? ¿Acaso no podemos contar con precisión cuántas personas, cuántos grupos políticos son los que se han beneficiado con el relato de la guerra y el terrorismo y quiénes lo han sufrido? Es lo mismo desde los noventas.
Una vez más lamento lo que le sucedió al senador del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay. Espero que se recupere, que viva tranquilo y próspero con su familia, y que siempre sea vencido políticamente. Que, con mucha vida por delante, sea vencido cada vez que intente llevar a cabo lo que ha sido y es su convicción política —por demás heredada—: hacer a los ricos más estúpidamente ricos y a los pobres más integralmente miserables.
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