Cada 20 de julio, con la instalación formal que hace el Presidente del nuevo periodo legislativo del Congreso de la República, suele hacerse un balance de la trayectoria del Gobierno y la proyección para lo que sigue. Así lo hizo el Presidente Gustavo Petro, concentrando su discurso en tres grandes temas (economía, paz y el problema social) que se condensan en lo que él denominó “la paz hecha” y la “paz por hacer”.
Con la “paz hecha” por supuesto se refirió al Acuerdo Final de Paz suscrito entre el Estado colombiano y las FARC. Para el Presidente, el Acuerdo quedó hecho trizas en el Gobierno anterior. Ahora su apuesta como Gobierno se concentrará en encontrar y usar los mecanismos, legislativos o ejecutivos, para darle viabilidad a su cumplimiento. Sobre este tema enfatizó en que el Acuerdo de Paz es una Declaración Unilateral de Estado (es decir, un tratado internacional), anexo a una resolución de 2016 del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que genera obligaciones jurídicas internacionales para el Estado colombiano y la posibilidad de ser demandado por incumplimiento por cualquiera de los Estados parte (incluso por cualquier miembro de la comunidad internacional).
Ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el Presidente presentó su propuesta de usar el mecanismo de fast track para completar e impulsar lo que hace falta por cumplir del Acuerdo, priorizando todo lo relativo a la Reforma Rural Integral y la inversión en los territorios priorizados por los PDET (planes de desarrollo con enfoque territorial que estableció el Acuerdo de Paz). Esa propuesta contó con el visto bueno de todos los miembros del Consejo, y hoy fue presentada ante el Congreso en Pleno como parte del paquete de iniciativas que radicará el Gobierno para su trámite.
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Imagen: Gustavo Petro, Presidente de la República; Laura Sarabia, directora del DAPRE y Juan Fernando Cristo, Ministro del Interior en el inicio de sesiones ordinarias del Congreso en pleno. Tomada de: https://x.com/laurisarabia/status/1814805362131837378
Aquí vale la pena precisar que el mecanismo de trámite rápido propuesto por el Gobierno será discutido en esta legislatura y no podrá entrar en vigencia sino hasta el próximo y último periodo legislativo, es decir, hasta dentro de un año, por tratarse de una modificación temporal a la Constitución. Tampoco puede ser usado para tramitar cualquier tipo de proyecto de ley, sino solo los que se determinen en la aprobación del mecanismo. En este caso, serían los asuntos del Acuerdo de Paz. La justificación para el uso de este mecanismo puede encontrarse fácilmente en la fallida Reforma Rural Integral y en los débiles instrumentos de financiación que plantea el Acuerdo. Con los mecanismos a disposición el Gobierno, en dos años, sólo ha comprado alrededor de 184.000 hectáreas para el Fondo de Tierras de los 3 millones que demanda el Acuerdo (a ese ritmo, el cumplimiento tardaría 20 años), y los ingresos del Estado son menos que insuficientes para el gasto de más de 80 billones que implican la compra de tierras y la inversión en los proyectos productivos que requieren.
En el balance de su Gobierno habló de cómo, a pesar de un contexto internacional de estancamiento económico poscovid, en Colombia, según cifras del DANE, 1.600.000 personas habían salido de la pobreza monetaria y 1.120.000 de la pobreza monetaria extrema, el sector agricultura creció un 9% y disminuyó un 10% la pobreza en el campo, se mantuvieron relativamente estables los precios de los alimentos y aumentaron las divisas por turismo en el país.
Con la “paz por hacer” el Presidente se refirió a lo que él denomina la “tercera fase de la violencia”, que tiene sus raíces en las economías ilícitas (por coca, minería ilegal, asuntos migratorios, ganadería, etc.). Las dificultades de las mesas de diálogo con el EMC o el ELN tienen que ver con esas economías y la incapacidad que tienen estos grupos armados de deshacerse de ellas o cambiarlas, por lo que, según él, un gran escenario de negociación social propuesto a la población de los territorios más afectados por esa violencia, con miras a transformar esas economías ilícitas, sería el punto crucial para la consolidación de la paz por hacer.
A mi parecer, el punto nodal que conecta la paz hecha (el Acuerdo de paz) y la paz por hacer es la Reforma Rural Integral. Y esa RRI contiene, además, un interesante enfoque de construcción de servicios públicos a su alrededor. Por eso Petro se refirió también a cuatro cosas clave en esa “paz por hacer”: primero, la modificación del Sistema General de Participaciones para que los territorios más pobres reciban mejores recursos de la nación; segundo, la modificación en el cuadro de inversiones públicas y sus vigencias futuras, un cuadro que va hasta 2045 y que profundiza las desigualdades territoriales al concentrar las mayores inversiones en los lugares más ricos (el Estado, como garante de una mejor distribución y redistribución territorial, debe contraponerse a lo que sería el natural flujo del mercado plasmado en las inversiones públicas); tercero, promover, mediante las inversiones forzosas, sectores como el de vivienda, agricultura, industria de exportación y turismo; y cuarto, una reforma a las leyes 142 y 143 de servicios públicos que tiene como objetivo modificar el modelo de prestación del servicio y un posible mínimo vital en todo el país, la forma de generación de energía y la composición de la CREG (la forma en la son elegidos y el periodo de los comisionados, que son quienes establecen las tarifas de energía).
Todas estas son apuestas interesantes, con efectos en la materialidad real de todo el país, y que deben ser bien acompañadas para que lleguen a buen puerto. Con todo lo que planteó el Presidente para los últimos dos años de su mandato, y que muchos esperábamos desde el inicio del Gobierno (sobre todo en la consolidación y reestructuración del Acuerdo de paz), creo que puede sobreponerse y salir bien después de los duros tropiezos que ha tenido estos dos primeros años. La ingenuidad, las alianzas improductivas y el mal uso de los instrumentos de Gobierno le pasaron factura. Sin embargo, pintan bien las actuales apuestas, y pueden ayudarle a este Gobierno a terminar mucho mejor de lo que empezó.
Por lo demás la forma de su discurso fue buena, en posición de Gobierno, de tono conciliador y con un inicio honesto que desarmó muchas de las posteriores arremetidas en su contra. Nadie sensato negaría que al empezar a oír a Petro y luego a la oposición, pareció que un hombre adulto estuviera hablando y después solo niñatos con balbuceos y gritos inentendibles, quizá con la excepción de un par de cosas que dijeron Luna, Castillo y Carvalho. Quizá para la fortuna de Petro su oposición es tonta, pero ha demostrado que así como tonta, destructiva. El papel que jugará en este segundo tiempo el Ministro del interior, JF Cristo, en la relación con el Congreso será clave para consolidar un Gobierno de un tinte muy parecido al de Santos en las formas.
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