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El Nuevo Urbanismo: ¿cómo será la ciudad del futuro?

Foto del escritor: Santiago Malagón RestrepoSantiago Malagón Restrepo

¿Qué tienen en común las ciudades que capturan nuestra imaginación colectiva y al tiempo cuentan con altos estándares de vida para sus habitantes? La respuesta es compleja, pero es posible señalar varios factores puntuales que comparten las ciudades exitosas para replantear cómo construiremos ciudades en el futuro. Estas características bondadosas de las ciudades exitosas en términos de calidad de vida no solo provienen del ingenio y la creatividad de arquitectos, planeadores urbanos y técnicos, también están íntimamente atravesadas por las prioridades y concepciones de las comunidades políticas sobre el espacio público, la vivienda y la dignidad humana.


Para entender qué principios comparten las mejores ciudades y especular sobre las ciudades del futuro podemos mirar al Nuevo Urbanismo. Se trata de una corriente de diseño urbano que busca alcanzar buenas prácticas ecológicas al promover barrios peatonales que concentren edificaciones de uso mixto, es decir, vivienda y comercio, en espacios que integren lo público con lo privado. Esta escuela plantea una visión de la ciudad del futuro sin rascacielos deslumbrantes o carros voladores automatizados. Al contrario, retoma múltiples aspectos de diseño urbano previos a la proliferación de los automóviles.


El Nuevo Urbanismo intenta hacer frente a problemas como la expansión urbana, la contaminación y segregación espacial mediante un replanteamiento del trazado vial, las tipologías de los edificios y la infraestructura de transporte. De manera general, esta corriente busca crear centros dentro de cada barrio y ofrecer una gran variedad de servicios a distancias cercanas y accesibles a pie desde todos los puntos.

Imagen tomada de: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Livu_Square_-_panoramio.jpg


Se enfatiza la variedad de tipos de vivienda, los edificios tienen apartamentos variados para distintos grupos de personas de todos los ingresos y edades y, normalmente, tienen oficinas y locales comerciales en el primer piso. El Nuevo Urbanismo pretende integrar vivienda y servicios en construcciones de máximo ocho pisos. No hay rascacielos ni conjuntos habitacionales rodeados por rejas. El objetivo de estas medidas es concentrar servicios y vivienda diversa en sectores compactos para prevenir viajes de larga distancia dentro de las ciudades, y evitar la concentración de un solo uso del suelo en áreas grandes.


Se favorecen los grandes parques públicos sobre los parques privados con el propósito de formar una red integrada diseñada para dispersar el tráfico vehicular y promover el uso de rutas peatonales y ciclorutas. Para desincentivar el uso del automóvil, las calzadas destinadas a la circulación de vehículos son deliberadamente angostas, mientras que los andenes peatonales y ciclorutas son amplios y están bien arborizados. Por su parte, los centros de cada barrio son puntos de encuentro donde se ubican edificaciones cívicas o de relevancia cultural y se ofrece un espacio público amplio con variedad de comercios.


Estilísticamente el Nuevo Urbanismo es muy variado. Por ejemplo Le Plessis-Robinson, el proyecto insignia del Nuevo Urbanismo en Francia, hace parte del Nuevo Clasicismo. Entre 1989 y 2018 se remodeló la ciudad para enfrentar los problemas que habían causado los grandes conjuntos de vivienda social formados por torres modernistas. Una vez se reemplazaron los grandes bloques de apartamentos por edificaciones de uso mixto mejoró la salud de los habitantes, los problemas de inseguridad y transporte. Esta ambiciosa remodelación revitalizó el afecto de los residentes por su ciudad. Le Plessis-Robinson es particularmente interesante porque logró financiar la construcción de vivienda social con la venta de apartamentos en los mismos edificios. Por esta razón, la vivienda social es prácticamente indistinguible de la vivienda privada construida con fines lucrativos.


Otro ejemplo relevante del Nuevo Urbanismo es el pueblo de Poundbury, extensión de Dorchester cuyo desarrollo fue auspiciado por el Rey Carlos III. Poundbury fue concebido para integrar la arquitectura tradicional inglesa con la filosofía del Nuevo Urbanismo. La arquitectura tradicional no solo tiene un valor cultural para los diseñadores de Poundbury, sino también cumple un papel ecológico, ya que utiliza materiales propios del lugar y está diseñada para ser conservada de manera indefinida.

Imagen tomada de: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Tallinn-panorama-2011.jpg


La importancia de producir espacios estéticos y no meramente funcionales dentro del Nuevo Urbanismo no proviene únicamente de su intención de retomar prácticas de planificación urbana previas al modernismo. La belleza de nuestros entornos también dignifica nuestras vidas, no es justo forzar a los menos afortunados a vivir en cajas grises. El Nuevo Urbanismo ha demostrado que podemos construir vivienda social de gran calidad estética de manera integrada con el resto del entorno urbano.


Aunque el Nuevo Urbanismo ha sido criticado por imponer la visión de los planeadores urbanos sobre el desarrollo espontáneo a partir de la iniciativa individual, es el precio de crear espacios coherentes con nuestros objetivos sociales y ambientales. Los entornos que construimos definen como vivimos por décadas. Ya es hora actuar de manera coordinada para resolver los problemas de las ciudades y pueblos construidos de manera incoherente por el mercado y hacer de nuestros entornos un proyecto político y social.

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