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Los chulos de izquierda y la carroña electoral

  • Foto del escritor: Fabián Fonseca Trujillo
    Fabián Fonseca Trujillo
  • 22 ago
  • 3 Min. de lectura

Este 11 de agosto falleció el exsenador Miguel Uribe Turbay, como todos sabemos, pues fue una noticia con amplia resonancia dentro de la inmensa columna de noticias que han sacudido en los últimos días al país (la condena al expresidente Uribe, los problemas limítrofes con Perú, etc.). Más allá de reflexionar sobre si fue un acto reprochable o no, pondré el foco en otro punto que tiene que ver con la triste historia política colombiana: la cuestión del duelo en contextos de violencia política. 

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Imagen: Miguel Uribe Turbay. Tomada de: https://www.senalcolombia.tv/miguel-uribe-turbay-murio


He visto con cierta repulsión la cantidad de personajes de la política nacional que han salido en los últimos días de sus madrigueras a lamentar la muerte del exsenador, aprovechando el momento para hacer resonar sus nombres en la mente de los votantes, listos para erguirse y lanzarse con vehemencia a las elecciones que se avecinan (acabo de caer en cuenta que me puedo parecer un poco a ellos, tomando un tema coyuntural que, por la simple imagen de la portada podría atraer a más lectores, pero mi objetivo no es aumentar las vistas, hablo genuinamente desde la incomodidad). No quiero culpar a esos políticos demasiado, la democracia les ha enseñado a ser aves de rapiña que esperan desde sus alturas a que el olor a mortecino llegue a sus fosas y que la visión de un cadáver se aproxime a sus pupilas para descender y aprovechar la situación. Sin embargo, creo necesario reflexionar un poco sobre el actuar de aquellas figuras, me refiero a los políticos de “izquierda”.


¿Por qué debemos fingir dolor? Dicen que Colombia está de luto, que ha sido una tragedia nacional, los gobiernos locales como el de Galán decretan varios días de duelo. Seguramente hay una parte del país que sí sintió pena por el homicidio, pero yo no pertenezco a ese grupo y no quiero fingirlo; por suerte, mi escaso nombre no me obliga a salir en videos o a sacar comunicados repudiando el hecho (¡cómo bendigo ser pequeño en estos momentos!). Si fuese alguien conocido me plantearía más escribir estas líneas, pero no es el caso. No siento ningún tipo de tristeza por lo sucedido, porque creo que esto es, ante todo, una cuestión de memoria, de recordar cuando el exsenador dijo que Dylan se le había atravesado al disparo, o de las vidas que costó el Estatuto de seguridad del abuelo de Miguel Uribe, Julio César Turbay Ayala (presidente entre 1978 y 1982). En últimas, es una cuestión de reciprocidad: ellos no han respetado nunca a nuestros muertos ¿por qué deberíamos compadecernos de los de ellos?

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Imagen: magnicidios en la contienda político-electoral. Tomada de: https://www.senalcolombia.tv/general/magnicidio-que-es-magnicidios-colombia


Creo que eso es lo triste de ver a tantos políticos de “izquierda” hacer esos videos y comunicados tan dolidos. Muchos dirán que no quieren parecerse a la derecha (me tomaré la licencia de simplificar con estos términos la maraña ideológica), quienes nunca lamentaron la muerte de Pizarro, ni de Gaitán, ni de Bernardo Jaramillo, ni de Jaime Pardo Leal, ni de una larga lista de dirigentes de izquierda que han sido acallados por las balas. Pero la cuestión no está en parecernos o no, vuelvo a resaltar el punto crucial de la memoria. En una clase de historia de Colombia que tuve hace un tiempo el profesor dijo algo que me quedó sonando por su poder descriptivo sobre la realidad nacional: los muertos pesan, los muertos construyen el porvenir de los vivos y sus grupos sociales. Fingir que estamos tristes por lo sucedido es una falta de respeto para quienes lucharon durante siglos por construir un país sin explotación, sin desigualdades determinadas por el lugar de nacimiento, el apellido, el tono de piel, el sexo, o el idioma; aquellos que recibieron los ataques de ese pequeño grupo anclado con todas sus fuerzas al poder, ese grupo que no quiere que nada cambie, para seguir haciendo lo que les dé la gana y del cual, Miguel Uribe era uno de sus representantes. Por eso me pesa que tantos dirigentes de “izquierda” en el país hayan sido los primeros en salir a lamentar el asesinato, porque es un acto sin reciprocidad, un acto en contra de la memoria para este país en que urge su presencia.

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